Ya...

Ya me cayó el veinte, por fin atiné a descubrir qué es lo que pasará de hoy en adelante entre los dos; la verdad no quería creerlo, porque no me cabía en la cabeza que después de tanto amor pudiera venir un gran olvido.
Pero me pediste tiempo, y yo, tonta de mí, no me di cuenta de que al pedirme tiempo te estabas alejando por siempre de mí.
Ahora sí, aunque me cueste trabajo intentaré olvidarte, porque simplemente ya no hay tema para hablar, ya no hay nada que decir, eres un extraño para mí.
Si algún día decidieras que necesitas hablarme o que necesitas saber de mí, te prometo que lo pensaré dos veces antes de volver a pasar por el mismo dolor que han dejado hasta ahora tres meses de tu ausencia en mi vida.
No te digo hasta pronto, te digo adiós aunque me duela, porque tu recuerdo se ha de desvanecer de mi memoria a pesar de mí.